
Tomates cultivados con productos Huma Gro®
Los micronutrientes son la clave para mejorar la producción.
En algunas ocasiones, las cosas más pequeñas pueden liberar nuestro mayor potencial.
Escrito por Larry Cooper, con la colaboración de la Dra. Rita Abi-Ghanem
Los micronutrientes desempeñan un rol fundamental en el vigor de la planta, el rendimiento y la calidad de la cosecha. Sin embargo, a menudo se los pasa por alto cuando los productores desarrollan los programas de nutrientes. En este artículo proporcionamos información general sobre qué son los nutrientes, los roles que desempeñan, cómo se ve afectada la disponibilidad debido al suelo y otras condiciones, cómo reconocer las deficiencias y cuáles son los pasos más importantes al desarrollar un plan de micronutrientes para los cultivos.
La ciencia ha identificado 17 nutrientes esenciales para el crecimiento vegetal saludable. El agua y el aire brindan normalmente los tres nutrientes más importantes: carbono, hidrógeno y oxígeno. El resto generalmente provienen de los suelos. Todos conocemos aquellos seis nutrientes requeridos en grandes cantidades (macronutrientes y macronutrientes secundarios): nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio y azufre. Además, hay ocho nutrientes requeridos en menores cantidades (boro, cloro, cobre, hierro, manganeso, molibdeno, níquel y zinc), denominados micronutrientes, y varios elementos identificados como micronutrientes no esenciales pero beneficiosos para las plantas, tales como cobalto, silicio, selenio, vanadio, etc. Sin embargo, se suele tratar a los micronutrientes como un elemento secundario. ¿No se preocupa por las cosas pequeñas?
¡Eso no está bien! Más pequeño no significa menos importante. De hecho, en muchos aspectos los micronutrientes son la clave para saber si los otros micronutrientes se utilizan bien y conocer el crecimiento, desarrollo y producción de la planta.
¿Qué hacen los micronutrientes?
Se conoce a los micronutrientes por desempeñar muchos roles complejos en el desarrollo y la salud de la planta. Estos roles incluyen fotosíntesis, síntesis de clorofila, respiración, funciones de las enzimas, formación de hormonas, procesos metabólicos y reducción de nitratos a formas utilizables, división celular y desarrollo y regulación de la absorción del agua. Los micronutrientes promueven el crecimiento fuerte y constante de los cultivos que producen mayores producciones y aumentan la calidad de la cosecha, aprovechando al máximo el potencial genético de la planta. En particular, su presencia puede tener un gran impacto en el desarrollo radicular, en la formación de frutos, el interior del grano, la viabilidad de la semilla, el vigor y la salud de la planta.
La deficiencia o toxicidad de los micronutrientes puede dar lugar a un retraso de crecimiento, baja producción e incluso la muerte de la planta. Los micronutrientes también benefician a las plantas indirectamente alimentando los microorganismos en el suelo que tienen funciones importantes en diversos ciclos de nutrientes del sistema radicular de plantas y suelos.
Por supuesto que el producto final es el rol que desempeñan los micronutrientes cuando la cosecha llega al consumidor. Cada vez hay más pruebas de que los cultivos que crecen en suelos con bajos niveles de micronutrientes pueden no proporcionar los niveles suficientes de ciertos elementos necesarios para la dieta humana, aunque los cultivos no muestren signos visuales de esa deficiencia. Estas deficiencias invisibles pueden encontrarse fácilmente a través de análisis de laboratorio adecuados, sobre los cuales hablaremos a continuación.
Los micronutrientes y el suelo
Los micronutrientes se producen naturalmente en los minerales del suelo, que se descomponen gradualmente de los minerales de rocas y se liberan en formas que permiten la absorción por parte de las plantas. Algunos micronutrientes se reincorporan al suelo durante la descomposición de la materia orgánica de plantas y animales.
Un concepto fundamental relacionado con los micronutrientes es su disponibilidad para las plantas. En algunas ocasiones, los micronutrientes pueden estar presentes en los suelos pero no en formato químico para que las raíces puedan absorberlos. Las características físicas del suelo y las condiciones ambientales desempeñan un rol fundamental para determinar cuándo y de qué manera están disponibles los nutrientes para las plantas (especialmente los micronutrientes).
- La lixiviación del ácido puede llevar a la pérdida de nutrientes del suelo, como también puede hacerlo el cultivo intensivo—en el que se pierden grandes cantidades de nutrientes de las plantas en la cosecha.
- El uso excesivo de fertilizantes de fosfato puede disminuir la disponibilidad de algunos micronutrientes, en especial, el hierro y el zinc.
- Los extremos de pH del suelo pueden reducir la disponibilidad de los micronutrientes (Figura 1), o incluso causar la toxicidad de los micronutrientes. La mayoría de las plantas tienen un rango de pH “óptimo” en el que los micronutrientes del suelo son lo suficientemente solubles para cumplir con las necesidades de las plantas, sin ser tan solubles como para volverse tóxicos.
- Los suelos muy bajos o muy altos en materia orgánica o los suelos con textura arenosa o arcillosos pesados pueden producir un desequilibrio de los micronutrientes.
- La erosión del suelo puede arrastrar el humus y la materia orgánica que contiene a algunos micronutrientes.
- Los suelos fríos y húmedos pueden retardar o detener el desarrollo radicular de las plantas, por tanto, las raíces buscan áreas más pequeñas y absorben una cantidad insuficiente de micronutrientes.
Deficiencias comunes de los micronutrientes
Está fuera del alcance de este artículo enumerar todos los tipos de deficiencias posibles de los micronutrientes y sus síntomas característicos. Puede encontrar información, fotos y tablas sobre los factores de deficiencia en múltiples fuentes en Internet. Sin embargo, algunos cultivos y tipos de suelos son más propensos que otros a ciertos tipos de deficiencias de micronutrientes. Algunos ejemplos son: la deficiencia de boro en la alfalfa, la deficiencia de cobre en el trigo, el maíz y los granos de soja, la deficiencia de níquel en las pacanas y la deficiencia de molibdeno en los granos de soja. La deficiencia de zinc suele ocurrir en suelos calcáreos, con pH alto, de textura arenosa, fósforo alto y erosionados. Los suelos con un mal drenaje también pueden ser deficientes.
Algunos de los síntomas más comunes que se deben buscar incluyen: retraso en el crecimiento; retraso de maduración; hojas amarillas y marchitas (en especial, las hojas más jóvenes); hojas gruesas, arrugadas, onduladas o frágiles; puntos de crecimiento muerto; flores, brotes o semillas muertas; interior de grano deficiente; frutas deformes y un aumento en las enfermedades radiculares. Estos síntomas ocurren con frecuencia en zonas irregulares dentro de los campos y pueden parecer síntomas de sequía. Tenga en cuenta que a veces puede existir una “necesidad oculta” de micronutrientes, en cuyo caso los cultivos no manifiestan síntomas visibles hasta que se observa una disminución en el rendimiento de la cosecha.
Estudio de tejidos y suelos
Si bien los síntomas visibles y las condiciones sospechosas del suelo pueden ser un indicio de una posible deficiencia de micronutrientes, la mejor manera de identificar un problema e implementar una solución viable son los análisis regulares de tejidos y suelos. Su laboratorio local u oficina de extensión puede ayudarlo con este proceso, pero tenga en cuenta las fortalezas y limitaciones de cada uno.
Los estudios del suelo solo pueden medir la cantidad de nutrientes identificados a través métodos analíticos, no los niveles totales presentes, ni su disponibilidad para las plantas. Al combinar las pruebas de suelos anuales con los análisis de tejidos vegetales regulares, puede crear coeficientes de los nutrientes y obtener un diagnóstico más acertado de las deficiencias presentes y la mejor forma de abordarlas. El tiempo también es un elemento clave. Los estudios realizados al principio y hasta la mitad de temporada pueden darle tiempo para corregir el programa, mientras que las muestras de tejidos que se tomen en las últimas etapas del crecimiento sirven para determinar las acciones correctivas necesarias para el próximo cultivo.
Si está tratando un presunto problema, tome muestras de las plantas y el suelo tanto de las áreas afectadas como de las que no. Un análisis comparado de los resultados puede brindar un panorama más esclarecedor del problema y de los pasos a seguir.
Las 4 “A” de la administración de nutrientes
Una vez que se determina la necesidad de un suplemento de micronutrientes, los estándares de la industria detallan los pasos a seguir en Las 4 “A” de la administración de nutrientes de manera precisa. Estos incluyen: determinar la “Fuente Adecuada” para suministrar el nutriente; aplicar la “Dosis Adecuada” para obtener un mayor beneficio en el “Momento Adecuado” del día, la etapa de crecimiento o la temporada de crecimiento. El alcance de este artículo no incluye el detalle de esas tres “A”, pero nos detendremos y analizaremos la cuarta “A”, el “Lugar Adecuado” donde se realiza la aplicación y el método.
La necesidad de micronutrientes varía de acuerdo con el tipo de suelo, el cultivo plantado, la fuente de nutrientes disponible y el hecho de que el cultivo esté regado o sobre suelo seco. Para obtener recomendaciones más específicas, revise los recursos que correspondan a su área y analice los resultados de los análisis con el personal de la oficina extensión del distrito y su vendedor de fertilizantes. Es importante encontrar las mejores soluciones para los problemas de micronutrientes, incluso la dosis correcta y el momento de aplicación adecuado, para así obtener un equilibrio total y saludable de los nutrientes esenciales necesarios para el crecimiento vigoroso y el máximo rendimiento de los cultivos.
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Este artículo se publicó originariamente en la edición de marzo de 2015 y febrero de 2016 de la revista CropLife y la edición de verano de 2017 de Fluid Journal. Lee el artículo completo aquí.